comprar o alquilar

Así como en otros países europeos existe una cultura de alquiler, en nuestro país siempre hemos sido de comprar antes que alquilar. Mientras en nuestro país sólo un 17% vivía de alquiler, la media europea se situaba en el 39%. Sin embargo y a raíz de la crisis de 2008 esa tendencia heredada de nuestros padres y abuelos se rompió y las reglas del juego han cambiado.

El debate está abierto, para unos alquilar es tirar el dinero y para otros, comprar conlleva unos gastos y riesgos que no compensan.

Lo primero a tener en cuenta es que se trata de una decisión financiera importante y puede afectar a otros objetivos personales o profesionales. Representa un importe muy elevado y se desembolsa durante un largo periodo de tiempo. Alquilar o comprar puede afectar a otras decisiones profesionales o personales.

Compra de vivienda:

Además del precio de la vivienda, se deben valorar los gastos que lleva su adquisición (gestoría, notaría, registro, impuestos, etc…), así como los gastos anuales (Impuesto municipal sobre bienes inmuebles (IBI), comunidad de propietarios, seguros (hogar, vida,..). Al igual que posibles derramas por reparaciones o mejoras en el edificio y/o la vivienda que puedan ser necesarios a largo plazo.

En el caso de haber solicitado una hipoteca, tendremos que sumarle los intereses que pagamos durante el periodo.

En el terreno personal, comprar una vivienda nos vincula a un lugar concreto, nos lleva a ser menos flexibles respecto a la movilidad laboral. Y esa misma falta de flexibilidad la notaríamos si necesitásemos un tipo de vivienda diferente en el caso de cambiar las circunstancias familiares.  

A favor de la compra, destacar que nos aporta mayor estabilidad. Y a pesar del desembolso inicial, la letra puede ser inferior a la renta (en especial en algunos lugares donde los alquileres se han encarecido más). Y sobre todo, la hipoteca tiene una duración, con lo que una vez liquidada, nos permite vivir únicamente con los gastos de mantenimiento del inmueble.

Alquilar vivienda:

Aunque la renta pueda ser superior a la cuota de hipoteca, hay que tener en cuenta que nos ahorramos impuestos, seguros y comunidad. Por otra parte, si la renta es inferior a la letra que pagaríamos por un piso equivalente, podríamos invertir ese dinero y obtener una rentabilidad por él. Por otra parte, vivir de alquiler también tiene la ventaja de que las posibles derramas y/o mejoras, ya sean del edificio o de la vivienda, corresponden al casero. Por lo que nosotros, como inquilinos, nos libramos de esos gastos de mantenimiento.

Vivir de alquiler nos proporciona mayor flexibilidad. En el caso de cambiar las circunstancias laborables o personales, nos permite cambiar de ciudad con una mayor agilidad. La otra cara de la moneda es la necesidad de tener que negociar las condiciones cada tres años, según la actual ley de arrendamientos. Por lo tanto, a lo largo de toda una vida nos veremos obligados a renovar el contrato varias veces o a mudarnos a otro inmueble en el caso de que el casero no quiera renovar, con el tiempo y gastos que esto conlleva.

No existe una respuesta única a si es mejor comprar o alquilar, todo ello depende de muchos factores personales y laborales que se deben analizar con tranquilidad para poder tomar la decisión mas acertada.